No creo en las supersticiones, pero
quiero hacer una excepción con algo que va más Allá de lo normal, los números
son un misterio, un misterio que aun no entiendo en su totalidad.
Dicen que no hay malos días, solo mala
actitud para vivir un día más.
CAPÍTULO I
Este día desperté con todas las ganas
para ir al lugar donde trabajaba, mi hermosa madre anticipó mí llegada de la
habitación hacia la cocina,
- hola Rick .- dijo ella con una hermosa sonrisa .- vas a
desayunar¿
- buen día mama.- si gracias
Me preparó unos huevitos rancheros, papas cosidas al vapor y una deliciosa salsa
de tomate natural.
al terminar de desayunar me cepillé los
dientes y luego fui a la parada a esperar el autobús que pasaba a dos cuadras
de donde trabajo, después de aproximadamente diez minutos a lo lejos vi q se acercaba
el autobús, hice una señal levantando la mano, el transporte se estacionó, yo
subí tome mi lugar y el siguió la ruta
designada.
- en la parada por favor¡¡
- donde baja chavo ¿
- en la pasarela
- pasaje en mano por favor¡ en la
pasarela bajan¡¡
Bajé
del bus y luego ahí estaba yo, con una gran sonrisota de payaso y mi buena
actitud, caminando hacia mi lugar de trabajo.
CAPÍTULO II
Hacía un par de meces que comencé a
trabajar en un hotel con salones para eventos especiales...
Un día iba con mi papa en el carro,
recuerdo que yo le hablaba de que por la falta de empleo con buenos salarios ya
no me importaba trabajar de lo que sea.
- mira stuard .- dijo mi padre .-ahí hay
un anuncio de trabajo
- que dice ahí ¿¿ .- exclamé
- se necesita joven chispudo para oficios
domésticos
- oficios domésticos¿¿¡¡ jajajaja tal vez
el señor se confundió, quizás quería decir : se necesita señorita para oficios domésticos.
- si quieres vamos a preguntar, yo te
acompaño
- de acuerdo, en fin no tengo nada que
perder, vamos.
Entramos a la tienda y preguntamos acerca
del anuncio, salió un señor delgado de unos cincuenta años, pero el parecía más
o menos de unos sesenta y cinco años de edad.
- buenas tardes.- dijo el señor
- buenas tardes mi distinguido.-
respondió mi padre.- necesitamos información del anuncio.- este joven tiene
todas las ganas de trabajar.
De repente sentí la mirada fija del
señor, lo vi a los ojos y ahí estaba el detrás del mostrador de rejas de su
tienda, me veía a los ojos y no bajaba la mirada, entonces Sonreí ligeramente y
le dije.
- me interesa el trabajo, por el momento
tengo disponibilidad de tiempo, pues aún no tengo un empleo
- como cuanto quiere ganar
- arriba de mil
- mire, yo le pago a cinco quetzales la
hora, trabaja de ocho de la mañana a cinco de la tarde con una hora de
almuerzo, de lunes a sábado, que dice.
- sí, de acuerdo, necesito trabajar.
- usted puede planchar.- dijo mientras
seguía viéndome a los ojos.
- sí,¡¡ el plancha, barre, trapea .- dijo
mi padre interviniendo en la conversación, también ejecuta piano en la iglesia
y es una persona con temor a dios
- no se preocupe, yo puedo hacer eso, en
casa siempre colaboro con los que hacerles del hogar.- dije.
- muy bien entonces quédese el resto de
la tarde, vamos a ver cómo trabaja.
- yo me quedé con una cara de
sorprendido, como dicen algunos por ahí, me agarro en curva y no iba preparado,
pero acepte.- está bien.- respondí con seguridad.
- bueno mijo, hay que ser positivo, te
esperamos en la casa.- dijo mi padre.- subió al carro y se fue.
CAPÍTULO III
Después de aquel día comencé a trabajar
en aquella casa de pensionados u hotel, o como rayos lo quieran llamar, pero
era un lugar muy grande, y no solamente hacia oficios domésticos, me explotaban
para hacer de todo, me pedían que lavara los baños con las manos y que el agua
que tenía que utilizar era de la misma taza que usaban para cagar, limpieza
general en cuatro niveles, baños habitaciones, limpiar muebles, ventanas etc...
Un día platicando con don Víctor, le
conté que en algún momento de mi vida estuve estudiando un curso de pintura
general, que aplicaba en carros, madera, yeso, concreto etc...
Mi sorpresa al día siguiente fue que el
señor ya tenía preparado dos galones de pintura y una brocha.
- bueno rick, me hace favor de pintar la
casa, pero bien por favor, que quede
bonito
- muy bien don Víctor, va a ver que va a
quedar bonito
- bueno rick, nos vemos más tarde.
Prácticamente mi trabajo era ser un mil
usos, o un esclavo. no me importaba, si me quedaba en la casa mis padres
estarían con la molestadora de que busque un trabajo y no esté echado todo el
día en la casa, y a decir verdad yo tampoco quería estar ahí aguantándolos,
además ya me había aburrido de ser un mantenido, esa era mi fuerza para seguir
ahí haciendo de todo, cargar bloc,
cargar madera, abrir grandes agujeros de dos metros de profundidad,
limpiar la caca del perro, lavar y pulir los carros.
un día don Víctor alquilo su salón para
un evento el día sábado por la tarde, el domingo por la mañana me llamo para
que fuera a limpiar el salón, veinticinco mesas y doscientos veinticinco
sillas, manteles y sobre manteles, adornos de globos por todos lados, agua
gaseosa regada en el piso y cientos de vasos y platos desechables.
mi tarea era dejar el salón como si nada
hubiera pasado, limpiar las sillas una por una y hacer filas de quince, colocar
una mesa sobre la otra y ordenarlo hasta el fondo, se oye fácil pero en
realidad es más fácil hablar de las cosas que vivirlas, a mí me costaba un huevo
estar cargando esas cosas pesadas, mis brazos y piernas se raspaban y yo sudaba
a chorros, luego de ordenar, con una gigantesca escalera tenía que quitar los
globos que dejaban ahí colgados, quince adornos uno por cada metro de
distancia, en total eran treinta adornos, y
yo cargando esa pesada escalera
de metal, luego de esto barrer el salón, aproximadamente tardaba cuarenta y cinco
minutos, luego trapear, y no hablemos de los baños pues quedaban cochinos y
apestosos, todo esto lo hacía mientras don Víctor estaba ahí parado, observándome recostado en su bastón, la gota que derramo
la copa fue cuando me dijo que tenía que trapear con las manos,
- oiga Rick, sabe para que quede bien
limpio tiene que hacerlo con las manos
Yo me quede con una cara de sorprendido,
miles de pensamientos pasaron por mi mente, algo así como
¡Que putas¡¡ y este mierda qué onda , y
ahora q, jajaja como la cenicienta , puta tendré q hincarme, trapear de
rodillas, será q habla enserio, y ahora que hago, será que habla enserio, este
señor se pasa, y si lo algo con el trapeador¿ hay mierda, bueno hay que hacerlo
nadie me está viendo, joder, siento como si me estuviera humillando...
doble mis rodillas y comencé a restregar
el piso, algo así como si estuviera lavando ropa en una piedra a la orilla del
rio, no tuve otra opción, alguien alguna vez me dijo, el trabajo es trabajo y
hay que cuidarlo.
CAPITULO
IV
muy bien, como iba contándoles, ese día
antes de salir de mi cama caliente y suave, ya tenía una sensación de que algo
no iba estar bien, no quería ir a trabajar pero debía ir aunque yo no quisiera,
quiero aclarar y sacarlos de dudas, mi número de la mala suerte es el trece, ya
lo dije antes, no soy supersticioso pero con este número hago una excepción,
era un trece de mayo llegue a trabajar, me presenté en la tienda y la esposa de
don Víctor me atendió, estaba enojada.
- buenos días doña holga .- dije en un
tono alegre. ¿Cómo está? .- le pregunté
- buenos días rick, bien gracias y usted.
- bien gracias, y que hay que hacer hoy.
- agame favor de ir a traer cuatro cajas
de cristales para vino, ahí tiene cuidado por que pesan un poco.
- a bueno
- que no se le vallan a caer por que se las
voy a cobrar y son caras
- no hay problema
subí al tercer nivel del hotel y bajé un
par de cajas, en un estante que estaba en el techo de la bodega estaban
ordenadas caja sobre caja, ahí fue cuando sucedió, jalé una caja de cristales
mientras daba un paso hacia atrás y callo todo el estante de cristales, desde
un principio savia lo que me ocurriría, así que me resigne…
levante las cajas con cristales y las volví
a colocar en su lugar, se veía bien, lo malo que todo estaba quebrado, no dije
nada, baje seis cajas de cristales y doña holga abrió las cajas, los cristales
estaban desechos, me vio con una cara de odio y me dijo,
-le dije que se las iba a cobrar
-perdón no fue mi intención
Sabe que, mejor váyase de una vez…
Abrí la puerta y Salí como llegue, con
una sonrisota de payaso, no sabían la sorpresa que le esperaba en las demás cajas.
quizá los números de mala suerte no
existen, y el acontesimiento de ese día fue pura coincidencia con lo que me
sucedió, en fin, regrese a casa leí un
par de libros en un par de meces, seguía saliendo y haciendo en amor con
lucilu, decidí escribir un libro aserca de lo que me sucedió y eso hice.
fin.
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